Parece que un pedacito de cielo se hubiera posado sobre los ojos de Alberto Silva Scarpetta. No solo por el azul límpido que los tiñe, sino porque cada vez que se le pregunta por qué es importante que los vallecaucanos volvamos la mirada cinco o seis siglos atrás, esos ojos se le iluminan y responde que es importante conocer la verdadera historia de la tierra que pisamos.
Don Alberto ha insistido desde hace muchos años que aquí en el Valle se definió gran parte de la historia del país. Y eso es desconocido para muchos. Según su tesis, parte de Colombia se pobló de sur a norte, porque la gran mayoría de quienes entraron a este territorio lo hicieron por Buenaventura y era en Cali donde se asentaban, tenían incluso descendencia, la cual después partía hacia el norte del país para fundar ciudades y pueblos. Podría decirse entonces, según Alberto, que gran parte de Colombia es vallecaucana por sus orígenes.
Y si algo tiene claro este erudito de la historia es que, como legado para los vallecaucanos del futuro, quiere dejar registrado qué fue lo que pasó en esta región, porque para él no existe otra en Colombia que haya tenido tanto protagonismo. De ahí la publicación de su nuevo libro: ‘La Saga de la Historia del Valle del Cauca y sus ciudades’, una joya que condensa datos históricos curiosos e imágenes, verdaderas obras de arte.
Uno tiene la impresión de que la historia del Valle se enseña superficialmente...
Tuvimos un genio de Presidente, no le voy el decir el nombre, que le dio por traer a un polaco y a un ruso, a dirigir el Ministerio de Educación. Y lo primero que hicieron fue eliminar la Cátedra de Historia Patria, que duraba 73 horas y los estudiantes de escuelas y colegios se quedaron sin conocer su historia. Único país en el mundo que se atreve a hacer una barbaridad de estas. Es como decirle a un niño: “Su papá y su mamá no existen. Usted salió de la nada”. Por eso ahora nadie conoce de historia.
Pero a todos sí nos contaron la historia del florero de Llorente en Bogotá y lo que pasó el 20 de julio.
Usted lo ha dicho. En Bogotá. Cuando se iban a cumplir 100 años de la Independencia en Colombia, los gobernantes de la época para celebrar decidieron hacer un concurso para ver quién contaba mejor la historia del país, y los ganadores fueron Henao y Arrubla, que escribieron un compendio bellísimo de la historia, pero se centra solo en Bogotá, en una sociedad muy reducida. Ese libro se impuso en los colegios, todos lo estudiamos.
¿Qué les diría entonces a los mandatarios locales cuando en Cali se celebra con bombos y platillos el 20 de julio, pero nuestra independencia se declaró 17 días antes?
Con la Academia de Historia queremos impulsar que se revalúe nuestra historia, que se conozca quiénes fueron nuestros héroes, que no hablemos solo de los de Bogotá. Nosotros hacemos homenajes el 3 de julio, pero que no tienen tanta trascendencia. Ese día deberían sacarse las banderas y que la gente sepa qué fue lo que ocurrió.
(¿Cuántas veces ha transitado usted por la Plaza de Cayzedo para hacer una diligencia en el centro o solo de paso en el carro? Seguramente nunca se ha detenido a pensar que ese lugar anteriormente era el punto de encuentro de todos los caleños cuando esto solo era un pueblo. Que allí quedaba el cabildo donde se reunían los “concejales” de la época a debatir si debían ser fieles o no a la corona española. Que allí el 3 de julio de 1810 firmaron un Acta de Rebeldía, en la que decían que querían autonomía, que lamentaban que al rey Fernando lo hubiera encarcelado Napoleón, y que por eso preferían seguir el camino solos).
¿Pero si Napoleón no se hubiera adueñado de España, cree que se habrían querido independizar?
Ellos se aprovecharon de esa situación para desconocer al rey. Si no hubiera estado preso tal vez hubiera ocurrido 20 o 30 años después. Pero las ganas de poder administrarse, tener sus propios recursos financieros y jurisdireccionales eran muchas. Dieron su vida por eso.
(Tal vez usted no tiene ni idea que en esa plaza fusilaban a los “traidores” de la corona. Y que en total fueron 12 a los que ejecutaron allí por apoyar la libertad. Allí por donde usted pisa se derramó la sangre de unos valientes. ¿Y se ha preguntado quién fue Joaquín de Cayzedo y Cuero? ¿El hombre que le da nombre a la plaza; el mismo del busto que se erige en medio de ella? Fue uno de los que firmó el Acta de Independencia, el documento por el que se desató la guerra en el país por la libertad, la razón por la que somos la cuna de la rebelión. Él fue el que armó el primer ejército conformado por 1.080 vallecaucanos (con 120 refuerzos venidos de Bogotá), para dar la primera batalla en el Bajo Palacé, donde resultaron victoriosos; la primera de 24 batallas que librarían los vallecaucanos. El primer muerto de la guerra por la Independencia lo dimos nosotros y se trató del afrodescendiente Juan Cancio, héroe fallecido en ese combate junto con el general Manuel María Larrahondo. Ah, y Cayzedo y Cuero fue además el primer fusilado de la Independencia, en Pasto, en 1813, cuando intentaba dialogar civilizadamente con los españoles).
¿Y por qué si tenemos el primer fallecido en la guerra no lo conocemos y ni siquiera hay un monumento de él?
Juan Cancio era un vallecaucano negro. ¿Puede creer que en el Bulevar hicieron un monumento en honor a Alexandre Pétion, el presidente de Haití, dizque por hacerle un monumento en honor a los afros? Por qué escogieron un personaje que no es de acá, mientras que aquí hubo tantos héroes negros y más Juan Cancio, que fue el primer muerto. Ese debería haber sido su lugar para que todos lo conocieran y su memoria no fuera olvidada.